domingo, 1 de enero de 2012

Día 1 [Domingo, 01 de Enero de 2012]

Ésta ya es la segunda entrada del día; hoy me siento reflexiva y no es para menos porque es el primer día del año. Si ahora no empiezo con buen pie, no lograré nada y todo será una pérdida de tiempo igual que el año anterior.

He intentado analizar en profundidad las razones por las cuales mi peso ha variado tanto durante este año, porque no es algo normal. La única conclusión a la que he podido llegar es que varia al tiempo que mis emociones de descontrolan, lo cual desgraciadamente ocurre muy a menudo.

Soy impulsiva, obsesiva e influenciable por naturaleza. Intento vivir con ello lo mejor que puedo, pero a lo largo del 2011 me he descontrolado más allá de lo que soy capaz de soportar. Y no solo en lo que a Ana/Mia respecta, pero esa es otra historia completamente diferente.

La vida es un asco; al menos la mia.

Eso es lo que estoy tratando de cambiar.

Tengo, como todos, unos cuantos propósitos para el año que recién comienza. Entre ellos el control. Es por eso que he decidido comenzar de nuevo con el régimen ABC. Cuando lo hice, me dio muy buenos resultados. Conseguí mantener un ritmo más o menos estable y eso me hizo sentirme muy bien, tanto por fuera como por dentro.

Hoy es el primer día del año, y a pesar de que sé de sobra que no va a ser sencillo, el ánimo por ahora no me falta. Y eso es muy importante. Odio sentirme debil. Porque no lo soy. Ya no.

Este mes planeo bajar 5 kilos. Ya lo he hecho otras veces y sé que puedo volver a hacerlo. Solo tengo que sobreponerme a las adversidades y pensar que no me importa lo que ocurra a mí alrededor, porque tengo una meta clara: no volver a caer.

Ver como se van cumpliendo tus metas es una sensación maravillosa, casi orgásmica. Sin embargo, ver como por cualquier tontería vuelves a caer en la depresión y mandas a tomar viento todo lo que tanto esfuerzo te ha costado lograr es de las peores cosas que te pueden pasar. Lo peor es que caes en una rutina de pasotismo e indiferencia que no te permite aclarar la mente ni retomar el rumbo inicial. Lo bueno (o malo) de eso, es que tienes que ser tú quien diga: yo puedo salir de esto; solo tengo que hacer un pequeño esfuerzo para salir a flote de nuevo.

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