lunes, 21 de mayo de 2012

Lo que no te mata, te hace más fuerte

"Lo que no te mata, te hace más fuerte".



Esa simple frase, que alguien dijo alguna vez -no me pregutéis quién fue; no tengo ni idea- es, según mi modesto punto de vista una de las patrañas más grandes que ha podido pronunciar el hombre a lo largo de la historia. Y digo según mi punto de vista, porque no dudo que para los que no piensen como yo, tenga sentido y pueda llegar a ser una frase motivadora, que te de fuerzas para continuar.

Para mí, el significado de esta frase, que en un principio creí prometedora, casi como un lema que te hace seguir hacia delante, estimularte a enfrentar todo lo que te venga en el camino, ahora se ha convertido en un sin sentido y una vil mentira.

Por ahora nada me ha matado. El primer intento de suicidio fue patético y no trascendió. Sigue siendo un secreto que ni psicólogos ni psiquiatras jamás conocerán. El segundo fue más grave, llegando al punto de un ingreso en la unidad psiquiátrica de un hospital durante dos semanas -y además ya os hablé de ello en otro post si te interesa, haz click aquí-. Ése fue el causante de la odisea en la que mi vida se ha convertido ahora. Nunca me ha gustado que la gente se entere de mis fallos, del tipo que sean -académicos, personales, profesionales...-. Es, como el nombre de "intento de suicidio" indica, un fallo. Uno que recordaré durante lo que me quede de vida puesto que las marcas en mis muñecas no desaparecerán a no ser que ocurra algún milagro -y no es algo en lo que tenga especial fé-. Y al parecer es bastante grave como para que mi entorno esté pendiente de cada paso que doy. Sobre el tercero tengo que decir que sigue siendo anónimo. Ocurrió hace una semana más o menos. Esta vez estaba absolutamente convencida de conseguirlo: gran cantidad de pastillas -somníferos, tranquilizantes...- + gran cantidad de alcohol debería ser una apuesta segura. Pero no, al parecer por muy fuerte que parezca esta convinación, lo único que consiguió fue que quedara dormida, incluso inconsciente creo -aunque jamás lo sabré a ciencia cierta-. Los resultados fueron otro fracaso que se acumula a la lista de decepciones y frustraciones que llevo en la vida. Esta tercera vez también es "secreta" pues me levanté a altas horas de la mañana con sensación de mareo como jamás la había sentido anteriormente, y la cama llena de un vómito que no recuerdo haber expulsado, supongo que podría haber muerto ahogada en el, pero para eso tienes que dormir voca arriba y no de lado, como yo. De todas formas mi intención era sedarme de tal manera que acabara durmiendo pacíficamente durante la noche, no ahogada en mi propio vómito; reconozcamos que es asqueroso, por mucho que quiera acabar con mi sufrimiento tengo ciertos estándares que no estoy dispuesta a traspasar. Me apresuré a limpiar a conciencia el desastre, sin dejar huella de lo ocurrido, y es algo que jamás mencionaré en las entrevistas con los doctores.

El punto de esta entrada es tratar de demostrar que, aplicada a mi caso, esta frase no tiene validez alguna. Veamos, pongamonos en mi situación: cosas que podrían matarme pero no lo hacen: fumar, Ana y/o Mia si me descontrolo -cosa que veo improbable dado que a pesar de todo el peso perdido aún un poco lejos de tener un peso ideal según la OMS, ¡ya ni hablemos del peso meta que me propuse como Princesa! Podría cruzar la calle y que algún loco me atropellase o sufrir algún accidente de cualquier tipo. Alguna enfermedad también. La depresión misma es lo que podría matarme, dado que es una de las razones por las que quiero acabar con mi vida. Pero ninguna de estas cosas funciona. Me explico porque no quiero confundir a nadie: no voy a saltar delante de ningún tren ni nada de eso. Si quiero acabar con mi vida será como yo quiera y cuando yo quiera.

Por ahora mi vida no ha acabado. Trato de seguir adelante. Sigo los consejos de los médicos. Tomo las medicaciones correspondientes a las horas indicadas. Trato de hacer todo lo posible por volver a ser como antes y recuperar las riendas de mi vida, pero parece imposible. La medicación no me ayuda -si acaso, en ocasiones me calma un poco la ansiedad, pero poco más-. Tengo en cuenta que es un tratamiento a seguir durante meses, lo más probable es que sean años, lo cual es aún más triste. Quiero mejorar, pero no veo los resultados y la espera es tan dolorosa...

Lo que he sacado en claro de todo esto, y el principal punto que me permite desmontar esa frase es:

Lo que no me mata, NO me hace más fuerte.


De hecho, cada fracaso -no importa el tipo de fracaso- me hace sentir más y más débil. Y no me gusta sentirme débil. Nunca lo he soportado. Soy constiente de que lo soy. Soy extremadamente sensible, soñadora, una idealista de los pies a la cabeza a la que la realidad le da golpe tras golpe. Trato de levantarme, las primeras veces es más sencillo pero según avanza la vida, los golpes te van dejando sin fuerzas, tardas más en erguirte y seguir caminando, hasta que un día ya no tengas fuerzas para volver a intentarlo. Y te quedas tirada en el suelo, pensando en por qué tu vida debe de ser así, en que has hecho para merecer tanto sufrimiento. Eso es la depresión.

En cuanto al suicidio, se dice que "es una solución permanente para un problema temporal". Y yo estoy totalmente de acuerdo con esa frase. El problema que tenemos nosotros, los que queremos acabar con nuestra vida, por el motivo que sea, es porque no vemos otra salida. Si la viéramos estoy segura de que casi nadie tomaría ese camino teniendo otra alternativa mejor.

En los "suicidas" hay dos impulsos que libran una batalla constante de vida a muerte. Todo ser humano opta instintivamente por la vida. Es un instinto primario que simplemente está ahí, consiste en la conservación de la especie y forma parte de la evolución. Por otro lado, cuando lo ves todo tan negativo y cada callejón que tomas no tiene salida, el impulso de muerte se muestra como la única alternativa. Y sí, acabará con todos nuestros problemas terrenales, pero nadie sabe lo que pasa después, así que es mejor reflexionar sobre lo que pasaría en este mundo corrupto y lleno de desgracias. ¿Qué les pasaría a aquellos que te quieren? Ahora que estás vivo puedes pensar en ello. Yo lo hago cada noche, cuando tomo las pastillas que me ayudan a dormir. Cada vez que abro la caja pienso en tomarlas todas y, con un poco de suerte, todo se terminaría para mí. Pero la mayoría de las veces -a excepción del tercer intento expuesto anteriormente- funciona. El sentimiento de culpa es demasiado grande. Puede que yo a mí no me valore nada, que no me considere importante y mucho menos digna de la atención de nadie. Pero en cierto modo tengo suerte ya que hay gente a la que, no sé por qué razón, les importo. Y ver los recuerdos de mis padres, mi hermana y mis amigas llorando al pie de mi cama en aquel ingreso a raíz del segundo intento me ha frenado siempre -exceptuando la tercera vez, pero ese es un tema más complicado porque si ya la mayoría de mis días son un infierno, aquél fue destacablemente peor. Quizás me anime a contar la historia completa, después de todo mi psicólogo me ha mandado algo así como que haga una autobiografía. Podría aprovecharla y hacer que me conozcaís mejor a partir de ello.

No todo está perdido. Por ahora soy débil y hay millones de cosas que podrían acabar conmigo. Pero de vez en cuando veo algún rayito muy ténue de esperanza, e intento aferrarme a el toto el tiempo posible hasta que se desvanece. Porque estoy comprometida con los tratamientos y es posible que funcionen. Y aunque a mí mi vida me importa menos que una mierda, sé que hay unos pocos a los que sí, y ellos son lo que más quiero en este mundo. Quiero que si tienen esperanza en que me ponga bien, ayudarles a que funcione todo lo posible. Si no, el tiempo lo dirá...

6 comentarios:

  1. Me dibuja una sonrisa encontrar blogs de gente genial e inteligente como tú.
    Un beso,

    Victoria.

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    1. Muchas gracias cariño. Son palabras como esas las que me animan de verdad ^^

      Por cierto, visité tu blog y desde ahora te sigo. Cuídate Princesa

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  2. Hola, linda.

    Escribes muy bien y este post es especialmente bueno. Mi psiquiatra también me dijo eso del suicidio, pero la verdad es que yo no estoy de acuerdo, y se lo dije. Le dije que, en mi opinión, luchar no es obligatorio y rendirse no es indigno ni vergonzoso, que cada uno decide hasta dónde está dispuesto a llegar y hasta dónde merece la pena sufrir. Igual que hay gordas que deciden conscientemente no hacer dieta, no luchar, Y NO POR ESO DEBEMOS DEJAR DE RESPETARLAS, alguien puede decidir de manera razonada no vivir. Ni siquiera el médico puede garantizarte que los próximos cuarenta años de plena felicidad (hipotéticos, por supuesto) merecerán estos quince días (por ejemplo) de sufrimiento. El dolor y la felicidad no se pueden medir. Vivir y morir son ambas decisiones tomadas en base a creencias, a ilusiones, etc. pero nunca desde la plena razón.

    No me malinterpretes. Deseo de todo corazón que seas muy feliz (y muy delgadita), que te mantengas alejada de las cosas que hacen daño y que sigas escribiendo durante mucho, mucho tiempo. Sólo quería contarte que desde que empecé a pensar así yo no he vuelto a intentarlo, no he sentido ni siquiera deseos de hacerlo. Saber que no estoy obligada a vivir me ha liberado de una carga enorme. Seguro que sabes de lo que te hablo: si piensas en matarte, te sientes culpable porque crees que no está bien y que eso demuestra que eres una inútil en la vida, en el sentido más amplio posible. Y ya no digamos si lo has intentado anteriormente y no ha funcionado. Yo pensaba "soy el ser vivo más inútil sobre la Tierra, ¡ni siquiera sirvo para morir!". Eso es un círculo vicioso y no lleva a ninguna parte.

    Claro que a veces me siento triste (estoy contigo: lo que no te mata, no sólo no te hace más fuerte, sino que suele quedarse en un rinconcito de tu memoria) y cuestiono si vale la pena seguir viviendo. Pero como sé que la opción contraria está ahí, y que puedo recurrir a ella sin problemas de conciencia, no me abandono a ningún arrebato. Esa opción estará ahí mañana, y pasado, y dentro de cinco años. Pero quizá mañana suceda algo bueno -o quizá no-; en cualquier caso, no tengo prisa.

    No quiero que parezca que lo tengo todo controlado porque no es cierto. A veces sí estoy demasiado triste para permanecer consciente, así que tomo varias pastillas y duermo un día entero -a veces más. Esto no está bien, ya lo sé. Pero entre las opciones que se me ocurren es la mejor (creo) y lo hago pensando "ahora no puedo estar despierta, sólo pensar me duele, así que dormiré. Cuando despierte, trataré de pensar algo positivo."

    Bueno, creo que me he alargado mucho. Sólo quería que supieras que a veces los doctores (o la familia o cualquiera que no haya pasado por esto), asustados, tratan de alejarnos de nuestros fantasmas con la mejor voluntad, para que no nos hagamos daño, pero si no te enfrentas a ellos, pensando detenidamente en el porqué de cada cosa, quizá no te mate, pero puede que no termine de irse de tu lado jamás.

    Un abrazo, princesita.

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    1. Un comentario muy interesante, la verdad. Me ha hecho pensar bastante porque nunca me había planteado lo que comentas aquí, eso de que siempre tendré esa opción. El no necesitar pensarlo porque no hace falta. Tienes toda la razón del mundo en eso y la verdad sea dicha, tus palabras me han liberado de una carga de la que ni psicólogos ni psiquiatras habían conseguido antes. Cuídate mucho Princesa, y muchas gracias por tus palabras.

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  3. Escribes muy bien, entendí perfectamente tu punto de vista y aunque lo respeto profundamente no lo comparto del todo, se que es sentirse mal pero siempre trato de encontrar otra salida, créeme que aún no he encontrado la mia pero deseo con todo mi corazón que encuentres la tuya y que sea diferente a esa que tanto anhelas.

    Fuerza!

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    1. Gracias ^^ Por cierto, tu comentario me ha sorprendido bastante, por eso de encontrar otra salida. Es lo mismo que mi psicólogo me dijo ayer.
      Comprendo que no compartas mi punto de vista, de hecho, es lo más normal del mundo no hacerlo. Quiero decir, que mis pensamientos no son los más normales que digamos. Valoro mucho tu opinión, siempre es positivo saber lo que los demás piensan; gracias por pasarte por aquí para comentar.

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