Hace meses que dejé la terapia, tanto psicológica como psiquiátrica. Hay días en los que me arrepiento y pienso que debería volver, y hay otros días en los que me intento convencer de que he tomado la decisión correcta y a veces me convenzo de que así ha sido.
Por mucho que intente engañarme a mí misma, sé que no estoy bien. Mejor que antes, sí, pero no bien del todo. Aún así, me doy cuenta de que el pequeño cambio a mejor no ha tenido nada que ver con la medicación y la asistencia a terapia, y que seguir con ello solo hará que pierda mi tiempo y tenga que enfrentar horribles ataques de ansiedad cada vez que tengo que presentarme en cualquiera de las dos consultas.
Puede que no sea una buena decisión, pero estoy mejor así.
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