Tengo miedo de pesarme. Mi báscula está relativamente cerca y aún así, hace más de un mes que no la uso. Sé que los números que aparezcan no me gustarán nada. ¡Y soy consciente de que este es un comportamiento completamente absurdo! ¡Son solo números! Quiero decir, ¿qué importancia real tienen? ¡Ninguna! Lo que importa es como me sienta con mi cuerpo, y ahí está el problema: no me siento bien con mi cuerpo, no tanto como antes al menos. Llevo unas semanas de descontrol absoluto y, si bien no he engordado demasiado -no creo que sean más de un par de kilos-, los puedo notar. La ropa no me queda tan suelta como antes, pero eso no es lo que más me molesta.
No. Lo que de verdad me molesta es que esto me lo he buscado yo solita. ¿Quién me mandaría comer más de la cuenta? Y el problema es que comer es como una adicción. Hoy comes un poco más, mañana otro poco, al día siguiente más... y sin darte cuenta acabas comiendo entre horas, repitiendo platos, abriendo la nevera aún sin tener hambre... ¡No puedes parar! Y volver a empezar a restringir lo que ingieres cuesta mucho más que antes. Pero hay que hacerlo. No me voy a quedar lamentándome, quejándome de que si estoy gorda, que no sé que hacer para adelgazar, que quiero que las cosas se solucionen sin hacer ningún esfuerzo, como por arte de magia... No. Si quieres algo, te va a costar esfuerzo, ten eso por seguro. Yo soy consciente de que voy a tener unos días complicados hasta que me acostubre a la rutina de antes, pero prefiero eso a seguir por este camino que no conduce a nada.
Ya he tenido un tiempo para hundirme en mi miseria y dejar que la comida sea lo que me consuele, pero ya ha pasado la fecha que tanto temía y todo sigue igual que antes así que hay que sacar fuerzas de donde sea y seguir adelante.